Celebran en Tierra Digna 13 años de su fundación y de lucha por una vida mejor

Los colonos están por lograr la regularización de predios; festejan con pozole y baile
OSSIEL PACHECO
La colonia Tierra Digna en la periferia de la Cabecera municipal de Coyuca de Benítez llegaron unas 450 familias de escasos recursos provenientes de comunidades de la sierra de este municipio que tomaron e invadieron ese predio de 6 hectáreas con la esperanza de tener un espacio propio donde construir su hogar y mejorar sus condiciones de vida.
En esos trece años, los primeros dos fueron de lucha constante para evitar ser desalojados, y de negociación con el propietario del predio, Reveriano Carbajal; ahí en ese predio cuando llegaron a instalarse la noche del 9 de febrero de 2003 estaba construida una casa muestra de la unidad habitacional que proyectaba construir la empresa constructora del ex alcalde priísta Julio César Diego Galeana, quien tenía un año de haber dejado el cargo.
La vida no ha sido fácil en esa colonia cuyas casas inicialmente eran unas ramaditas, apenas de hueso de palma y palapa; y sin contar con ningún servicio. Fue una de las colonias más afectadas por el desbordamiento del río Coyuca durante el paso de la tormenta Manuel la noche del 15 de septiembre de 2013. Las huellas del desastre todavía siguen ahí. Al menos unas 30 familias siguen a la espera de la construcción de sus viviendas por parte de la Secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) que fueron arrasadas por el agua. Todavía hay damnificados viviendo ahí en la calle y a la interperie.
La historia hasta nuestros días ha sido una constante de lucha para lograr salir de la marginalidad. El gobierno se negó durante años a realizar obra alguna e introducir los servicios por tratarse de un predio irregular. Por estos días cuando existen ahí unas 600 familias asentadas ya cuentan con servicio de energía eléctrica, una parte de las viviendas tienen agua entubada, y existen tres calles pavimentadas, entre ellas, la principal que atraviesa el asentamiento. Tienen una capilla donde veneran a San Judas Tadeo y una cancha de futbol rápido. La mayor parte de las casas son de material.
Todavía no cuentan con una escritura que avale la propiedad de sus casas, pero están en la parte final de esa larga gestión que por años llevan y han dado seguimiento ante el Instituto de la Vivienda y Suelo Urbano (Invisur) desde el 2005 cuando lograron negociar el pago del predio invadido con su propietario Reveriano Carbajal. Cada familia pagó por su lote 9 mil pesos en aquel entonces y tienen la constancia de posesión, pero no han logrado culminar con éxito el trámite.
Todavía con necesidades apremiantes en la colonia, sus habitantes celebraron con baile y pozole la noche de este martes 9 de febrero. El delegado Rigoberto Loeza Hernández, quien llegó todavía adolescente a ese lugar a vivir proveniente de Aguas Blancas, afirma que el festejo se realizó con la cooperación de los vecinos, y es la primera ocasión que se hace. Enumera las carencias que tienen en mente para seguir mejorando su colonia, donde es evidente que falta el alumbrado público, y la pavimentación de otras calles que quedaron arenosas tras el desbordamiento del río.
Félix Toralva Galeana, tiene 74 años de edad, y llegó a vivir ahí la noche del 9 de febrero de 2003. Es fundador del asentamiento y ha vivido ahí con su familia todas las inclemencias. La más fuerte ver como el agua de las lluvias de Manuel arrasó con todos sus bienes. Todavía tiene presente esa noche. “Estaba dormido cuando me avisó mi hijo Homero (Toralva Rondín) me despertó, me tocó la puerta a las 7 de la mañana (domingo 15 de septiembre) el río había entrado duro, me llegaba hasta la rodilla y no me dio chance de sacar nada, nomás alcance a salvar el estéreo y la televisión, se perdió todo lo demás, las camas, el refrigerador, la estufa, la bomba, el comedor y la lavadora”, contó.
Don Félix al igual que el resto de los colonos fueron sacados del lugar y trasladados al albergue que Protección Civil dispuso para ellos en la primaria María Morelos y Pavón en el Cerro del Fortín, donde permaneció durante 15 días. Luego regresó a su vivienda a sacar el agua y el lodo que dejó la creciente. Dos carros de volteo se llenaron con el lodo. A pesar de los destrozos, nunca pensó en salirse de esa colonia sino en comenzar de nuevo. Ahí en ese predio al que llegó junto con su esposa, Hilaria Rondín Nava y sus hijos hace trece años. Hilaria ya no está con él, falleció hace casi un año el 3 de abril pasado.
“Me siento feliz, contento de haber llegado aquí, solamente muerto me iré de aquí”, expresa Félix, quien vendió en 4 mil pesos un lote que tenía en el Cerro de la Campana para pagar su nuevo espacio a donde llegaron familias que no tenían casas donde vivir.