• Protección Civil municipal tiene conocimiento, pero no han ido a sacarlos
OSSIEL PACHECO
La tranquilidad de la laguna Dulce se ha roto desde diciembre pasado por la presencia de dos grandes cocodrilos que surcan esas contaminadas aguas, ante la mirada expectante de Enrique Bustos, quien habita con su familia en una modesta vivienda, asentada a orilla de ese cuerpo de agua, donde cría chivos, gallinas, vacas y un par de puercos.
Y es que los dos saurios salen por las mañanas y las tardes de las negras aguas a ocupar su patio, donde pernoctan por horas, en tanto, los ladridos de sus perros que posee los hacen regresar al agua.
La presencia de los lagartos en la laguna Dulce, ubicada atrás de la Aceitera y de la Unidad Habitacional Las Palmas lo llevo a exponer la situación de peligro latente al director de protección civil municipal, Víctor Manuel Heredia de los Santos, quien le expresó que no cuentan con “las herramientas” para capturarlos, sacarlos de ahí, y trasladarlos a otro sitio.
El funcionario municipal llegó al sitio acompañado de su personal y la policía municipal y constató la presencia de los cocodrilos nadando a media laguna; sin embargo, de diciembre a la fecha no ha hecho nada para sacar esos animales del lugar, pese a la constante presencia humana, una vez que el cuerpo de agua es visitado por pescadores que llegan ahí para extraer carpas.
“Vinieron tomaron fotos, pero nada han hecho, ni un anuncio para alertar de la presencia de los cocodrilos han colocado”, manifestó Bustos.
La laguna Dulce recibe descargas de aguas negras de la laguna de oxidación a donde llega el drenaje de la Cabecera municipal. Esto la mantiene con agua todo el año y se ha convertido en el hogar de los dos cocodrilos, inicialmente eran tres, el más pequeño ya no ha sido visto en las últimas semanas, y posiblemente fue comida de los dos adultos que se pasean a todas horas por el contaminado cuerpo de agua.
El más grande los cocodrilos mide 2 metros y medio; el otro, un metro 70 centímetros, según estima Uriel Bustos, un joven que pastorea ahí su rebaño de chivos. Incluso, se ha vuelto cotidiana la convivencia con ambos reptiles y le ha tomado fotografías con su teléfono celular. “El más chico tiene su panza amarilla, cuando llega a la orilla sale completo, el más grande apenas deja ver su cabeza, en las mañanas y en las tardes se les puede ver, y no le temen a nada, nos podemos acercar, se espantan por los ladridos de los perros, y se meten al agua”, narra.
Contó que hace siete días, dos jóvenes que pescaban en una panga chocaron con algún tronco y uno de ellos cayó al agua. “Creímos que había sido uno de los lagartos, pero nadó a la orilla, y salió sin mayor problema”, dijo.
La laguna Dulce ubicada atrás de la Aceitera está conectada con la laguna del Zarzal y con la laguna de Coyuca atravesando los corrales de Jerry Luviano. Es habitada por tortugas de agua dulce, y especies de aves que ahí anidan como garzas, buzos, gallinitas y pichichas que llegan ahí atraídas por el ecosistema lagunar.
Enrique Bustos, quien llegó a vivir ahí hace poco más de dos años y construyó una galera que ha hecho su hogar, luego de que su vivienda en la colonia 10 de Abril fuera inundada por la tormenta Manuel, aseguró que la presencia de los cocodrilos rompió con la tranquilidad que ahí reinaba; “es un riesgo para los que vivimos aquí, van a hacer caso cuando pase algo, estos animales incluso salen por las noches, se dejan mirar con la lámpara, no se asustan”, agregó.