Narco periodismo un libro sin punto final: no hay manera de contar tanto dolor
•La cuota de sangre y terror no para, dijo Javier Valdez al presentar su texto en Acapulco en marzo
• El fundador de RíoDoce llamó a repensar y reempezar el periodismo por lo que está pasando en el país, donde el periodista es asesinado, desaparecido, amenazado o vive en el exilio, arrinconado…
Ossiel Pacheco
Narco periodismo, el último libro de su autoría Javier Valdez Cárdenas lo definió como un texto que no tiene punto final, pues al momento de su conclusión sigue habiendo periodistas asesinados, medios que cierran, periódicos que son requisados por el crimen o por la autoridad, y no para la cuota de sangre y terror; “la muerte sigue, entonces este libro no puede cerrarse ni tendrá fin, solo puntos suspensivos sin punto final, no hay manera de contar tanto dolor”.
Incluso, recordó, con tal precisión que apenas cerrándose de escribir con tinta negra este libro, fueron abatidos a tiros dos periodistas: Samira Bautista Luna, reportera y profesora de secundaria en Ciudad Victoria, Tamaulipas, al ser sorprendida cuando conducía su vehículo, y Elidio Ramos Zarate, en Juchitán, Oaxaca, mientras cubría las protestas de maestros en contra de la reforma educativa.
“Los homicidios fueron el 19 y 20 de junio, las balas cayeron al calor del solsticio y en plena luna rojiza, envuelta en ese halo de tristeza… la muerte sigue, entonces este libro no puede cerrarse ni tendrá fin, solo puntos suspensivos sin punto final, no hay manera de contar tanto dolor, cuando pones el punto final, en realidad es punto suspentivo”, expresó el fundador de RíoDoce al concluir su primera intervención el pasado 23 de marzo en Acapulco.
Definió que su libro no es “una chingonería”, pero podría representar “un descanso, una tregua importante para revisarnos, reflexionar y repensar lo que estamos haciendo, quizás reempezar el periodismo, al final del libro podrán decir vale madres”, pero emplazó a leer sobre lo que está pasando y cómo se hace periodismo en el país, donde “el periodista es asesinado, desaparecido, amenazado, que no puede volver a visitar a sus amigos, el periodista en el exilio, arrinconado, que resiste, el periodismo posible en condiciones imposible como RíoDoce, Zeta, Trinchera, Proceso…”
Valdez Cárdenas agradeció el esfuerzo realizado por el semanario Trinchera para la organización de la presentación de su libro Narco periodismo, la prensa en medio del crimen y la denuncia, que se realizó en Acapulco y Chilpancingo el pasado 22 de marzo; en el puerto, la biblioteca del Zócalo de la ciudad fue la sede. Ese día, el periodista sinaloense bromeó con Kau Sirenio, uno de los presentadores del texto, y agradeció las palabras del investigador Humberto Santos Bautista, quien definió que el autor escribe con “felicidad literaria”.
“Aprecio mucho las palabras de Kau, lo conozco recientemente, nos hemos hermanado, nos hemos hecho cómplices de una manera extraordinaria, lo salude ahora que estuvo en Culiacán, dice que lo mejor del Norte es el pinche café del Oxxo, eso se lo voy a cobrar por mi cuenta”, bromeó.
“Me emociona cuando los alumnos de las universidad me invitan, hacen coperacha y se incorporan algunos maestros y por su cuenta realizan este tipo de actividad para que vaya y presente uno de mis libros, una chamba o un taller, son como dosis vitamínicas para mí, me ubico como una persona que gusta de estar sola, soy muy nostálgico, quizás esa sensibilidad me ayuda a escribir estas historias”, expresó al iniciar su disertación.
Asumió con sentido autocritico que los periodistas han olvidado la descripción siendo un ejercicio primario en una investigación al hacer uso de los sentidos; “eso lo echamos por la borda, se lo atribuyo a una generación de hace dos o tres décadas, una generación más bohemia, más culta, nosotros desgraciadamente nos atrapó la vorágine, la modernidad, el tiempo, la Internet, la mediocridad, la soberbia, la corrupción, la complicidad…”, lamenta.
Consideró que este último libro de su autoría es parte de otros textos escritos sobre el tema que narran los rincones incontados de la realidad nacional, pero ahora habla de las historias del trabajo periodístico que nadie cuenta, aunque es tema tratado en voz baja en las redacciones o en protestas, pero retratan el mosaico de la realidad periodística que vive el país.
“La crisis del periodismo en el país, un periodismo en estado de coma, en la encrucijada, pantanoso, ese periodismo de la nada, del valdío de Tamaulipas, el periodismo atrincherado de Veracruz, del periodismo en el exilio de Alejandro Fernández Pacheco, que vive en Estados Unidos, no puede volver a México, y está allá con su familia y se tiene que acostumbrar y resignar a ver su casa a través de Google Map, esto me parece muy triste”, detalló.
Refirió al otro crimen organizado a las empresas, el lavado de dinero, la complicidad de la autoridad y los medios de comunicación que nacieron como periódicos o estaciones de radio y televisión y ahora tienen hospitales, líneas aéreas y negocios en transporte público.
“Entonces el reportero ya no puede tocar algunos ámbitos no sólo del narco, sino que la empresa periodística tiene interés, entonces la censura creció, no solo dentro del ámbito del crimen organizado o del gobierno, también al ámbito de las inversiones privada, esa asociación delictuosa en la que incurren los dueños de los grandes medios nacionales, como es el caso de Vázquez Raña, que es ese otro periodismo que constituye otro crimen organizado”, agregó.
Dijo que el periodismo que tiene poco margen de acción, como es el caso de Sinaloa que ahí está y aun cuando tienen la fortuna entre comillas de tener un solo cártel dominante, “que siempre te está apuntando con un fusil automático, pero ejerce una dulce amenaza, como decimos en RíoDoce que puede mandarte mensajes, pedirte en cierta forma cortés que no hagas esto o no hagas aquello, como un AK47 que se te queda viendo y luego te sonríe, pero te puede escupir fuego en cualquier momento”.
Sobre su libro, amplió diciendo que representa una mirada hacia adentro del periodismo sobre la realidad de los bajos salarios y prestaciones de los reporteros; “no tengo muchas prestaciones, no me pienso jubilar, pienso seguir escribiendo en el supuesto de que llegue a gozar de esa prestación de retirarme, no me voy a retirar de escribir, pero siempre la precariedad, la vulnerabilidad que es no es fragilidad, pero está lo otro: nuestra soberbia, la mediocridad, esa ausencia de sentido autocritico…”
Para dar cuenta de la falta de ejercicio autocritico en los medios de comunicación, consideró que a los periodistas hace falta verse en el espejo y sostenerle la mirada “a ese cabrón del otro lado del espejo y decir somos esto, tenemos estas cicatrices, el acné, el cutis graso, la conjuntivitis, pero reconocer en nuestro trabajo, no hay un ejercicio reflexivo ni foros ni mesas redondas donde se hable sobre la cobertura periodística del narco”.
“Tengo años sin ver un foro de este tipo en el país, mucho menos en Sinaloa, por eso celebro que un académico como Humberto Santos este aquí, he sido critico de los académicos, están a toda madre en sus cubi culos, en sus culos cúbicos calentando el asiento a toda madre, con el Internet, escribiendo ensayos, pero no tienen compromiso social, no saben lo que está pasando afuera de sus cubículos”, criticó.
Pese a las limitaciones y la censura que se vive en las redacciones al momento de cubrir la situación de violencia que se vive en el país, refirió que la mejor descripción de lo que está pasando se tiene en el periodismo, aunque se trate del recuento de los muertos, “que me parece un ejercicio mediocre del periodismo o la crónica profunda, la crónica de barrio, de la vida cotidiana, de los hijos de los desaparecidos”.
“Ahí está el insumo para entender lo que pasa más o menos, porque ni los mejores textos ni las mejores plumas de todo el país, no cuentan todo lo que está pasando en una sola jornada violenta, nadie cuenta lo que pasa en el país, pero hay atisbos importantes”, finalizó.