Sociedad

Estas son las violencias históricas que más pesan a acapulqueños: estudio

Estas son las violencias históricas que más pesan a acapulqueños: estudio
  • Publishedmarzo 6, 2022

Por Jorge Nava

La delincuencia organizada en Acapulco es una “forma más de las muchas violencias que ha vivido” el puerto, “y que en realidad la violencia histórica son las que más pesan a la ciudadanía: la falta de servicios básicos, la corrupción, los problemas históricos de la desigualdad, la segregación social, el que exista no solo un Acapulco sino cuatro Acapulcos”.

Concluyeron investigadores de universidades internacionales y del país, al presentar el cuadernillo El Acapulco que soñamos el pasado jueves en el Jardín Botánico de la Universidad Loyola del Pacífico, donde además hubo una minimuestra cultural a cargo de grupos de creadores locales.

“El Acapulco urbano, el Acapulco detrás de los cerros, el Acapulco que no tiene agua, el Acapulco que no tiene educación. Esos Acapulcos son los Acapulco que está luchando, conviven con la violencia todo el día, pero también luchan desde su trinchera y están construyendo arte, cultura y resistencia desde sus barrios y construyen pequeños espacios demás”, afirmó la investigadora Javiera Donoso, investigadora de la Universidad Benemérita de Puebla.

El Acapulco que soñamos emanó de la investigación La educación no normal, la cultura y el aprendizaje en la construcción de paz en tiempos de crisis: Medellín y Acapulco a cargo de especialistas de la Universidad de Glasgow, el Colegio Sonora por parte de México, la fundación Ideas para la Paz en Colombia y fue financiado por The British Academy con 357 mil 915 libras esterlinas.

“Visibilizar, conectar y aprender de lo que hay”

La líder del proyecto, la mexicana Evelyn Arizpe dijo que se hizo esta investigación porque querían aprender de la ciudad de Medellín.

“Cómo fue que lograron una transformación de una de las ciudades más violentas del mundo a una ciudad que ganaba premios y queríamos no buscar una receta que se puede aplicar de aquí allá porque sabemos que Acapulco tiene un contexto distinto, una historia tan rica como puerto, que Medellín no es puerto, tiene otras características que han estado en Acapulco desde hace décadas y que la hacen sobre todo una ciudad de turismo, que ha vivido del turismo, de personas que pasan, que llegan, se van y vuelven, y se vuelven a ir”, planteó.

Básicamente, subrayó que querían aprender de lo que se puede adaptar a un contexto de Acapulco con la gente de la bahía.

La investigación visibilizar lo que hay en Acapulco, que hay cultura, que hay arte, “y eso es por lo que apostamos nosotros, por la cultura, hay arte y eso es por lo que apostamos nosotros con la cultura, el arte y la educación no formal porque suceden muchas cosas, pero no están conectadas, entonces es visibilizar, conectar y aprender de lo que hay, e intentar a hacer los esfuerzos juntos para poder hacer esta transformación que tanto necesita Acapulco”.

Grupos culturales, organización, sociedad civil y educación, claves de la resistencia a la violencia desde las comunidades

La colombiana Manuel Suárez, de la fundación Ideas para la Paz, explicó que la ciudad de Medellín es un ejemplo a nivel académico, donde cómo una ciudad logró superar los niveles tan altos de violencia.

“Esa fue la razón por la que quisimos retomar la experiencia Medellín para encontrar alagunas lecciones para una ciudad como Acapulco que ahorita comparte pues un reto de seguridad muy importante”, citó.

Argumentó que en esa ciudad colombiana hay dos narrativas, una que dice que una de las estrategias más importantes que fue una estrategia policiva-militar, que, junto con otros elementos como programas de desmovilización, reintegración de personas de los grupos armados como estrategia social de otro corte de tipo de más seguridad, había sido parte de la respuesta.

También que la articulación público-privada había sido otro elemento muy importante dentro de esa transformación de la ciudad.

Pero desde su óptica, dijo que lo más importante y lo más sorprendente es que como colombianos fue encontrar el impacto que tuvieron los grupos culturales y la organización, la sociedad civil y la educación como un tipo de resistencia a la violencia desde las comunidades, en los barrios más violentos de la ciudad.

“Definitivamente la organización y la articulación social que muchas veces fue inconsciente, tuvo impacto dentro de los procesos de reducción de violencia en la ciudad que por su puesto se articulan con otras acciones”, enfatizó.

Resaltó que la historia de Medellín no es una pieza de un rompecabezas que se pueda poner para cualquier otra ciudad tal cual sucedió allá.

“Los elementos contextuales son muy importantes para entender cómo las estrategias pueden impactar y en qué magnitud, pero lo cierto es que nos encontramos con una contra narrativa para nuestro país, sobre la importancia del papel de la sociedad civil que, de manera simbólica, las narrativas en la cotidianidad influyeron en el cambio de ciudad que tuvo”, amplió.

Retomando comentarios del también co-investigador de la misma fundación que ella, Jerónimo Castillo, dijo que “la gobernanza de un lugar depende completamente no de uno y de dos actores, no en la fuerza pública sola, ni la alcaldía sola, ni de los grupos armados sola, depende las interacciones y el relacionamiento y el impacto de una multiplicidad de actores que se encuentran en el territorio y es por eso, es importantes que esos actores están ahí, conversar con ellos, articularse, darle legitimidad, hacerlos participes de las decisiones y los procesos que se llevan a cabo tanto en temas de seguridad como en otros aspectos”.

Subrayó que las acciones si se pueden hacer desde las comunidades, desde la cultura y desde las artes en este caso, pero que es cuestión de abrir la participación a un momento inclusivo a las comunidades y a las alianzas que se puedan generar de los diferentes actores y los artistas, los empresarios y la gente que trabaja, así como la educación no formal.

Si no hay acuerdos, la paz tardará en llegar a la ciudad

Alejandro Bahena, de la Universidad de Glasgow, explicó que para el estudio se llevaron a cabo muchas entrevistas en el municipio en Acapulco, en el caso de Medellín se aplicaron encuestas, además de que se revisaron muchos documentos.

“Encontraron que en Acapulco que hay mucho capital social, mucha motivación por parte de los grupos culturales, muchas de las iniciativas, y uno de los puntos que logramos identificar es que hay mucho compromiso de participar de los grupos culturales de las iniciativas, pero encontramos que están muy atomizados, contrastando”, señaló.

Sugirió que para lograrlo deben organizarse las organizaciones con otros microempresarios, con las partes de otras partes de la cultura y de aquellos que no solamente tienen que ver con la cultura.

“Sin eso, se vuelve muy difícil avanzar como sociedad y como ciudad. Si no se logra ponerse de acuerdo las organizaciones y más allá de las organizaciones, los grupos culturales, ni el gobierno local, el gobierno federal, se tarda más llegar a esos objetivos”, marcó.

En su opinión, convocó a reconocer a la cultura y al arte, pues a su criterio, “el arte y la cultura hacen moralmente más difícil cometer un delito. El arte, la cultura y la educación sensibilizan a un nivel que nos permite ser más empático con las personas…”

Acapulqueños quieren construir un nuevo Acapulco

La chilena radicada en México, Javiera Donoso, dijo que en el estudio se hicieron entrevista a profundidad, focus group, con los que se trató de sacar la esencia de las personas que habitan esta ciudad y construir una narrativa, entorno a su experiencia con la violencia y el crimen.

“Y descubrimos que no se ha dicho en ninguna parte, es que en Acapulco hay una nueva generación que se distancia con esa generación de acapulqueños que vivía y moría por el turismo internacional y que estaba dispuesto a entregarlo todo para que llegaran estos turistas y las grandes empresas hoteleras y las grandes corporaciones se llevaran los recursos y el capital de la gente”, apuntó.

“Hay una generación de acapulqueños que nació en el Acapulco dorado, si se quiere decir, pero creció en la violencia y muchos se fueron a estudiar y decidieron volver, decidieron volver a recuperar su ciudad, decidieron volver a trabajar por la ciudad, pero con la intención de construir un Acapulco para todos, construir un Acapulco para sus hijos, dejar el capital aquí, generar pequeña riqueza pero que fueran aportando o a dar trabajo, o a dar cultura, o a dar posicionamiento a la ciudad y esos pequeños esfuerzos, esa generación bisagra es la que está impulsando transformaciones desde las bases sociales”, apuntó.

“No es tan visible pero ahí están y son los que se sentaron a construir esta agenda, son los que se sentaron a pensar en puestas en escena exclusivas para discutir sobre la violencia y decir y concluir que los actores armados en esta ciudad es una forma más de las muchas violencias que han vivido y que en realidad la violencia histórica son las que más le pesan a la ciudadanía: la falta de servicios básicos, la corrupción, los problemas históricos de la desigualdad, la segregación social, el que exista no solo un Acapulco sino cuatro Acapulcos: el Acapulco urbano, el Acapulco detrás de los cerros, el Acapulco que no tiene agua, el Acapulco que no tiene educación. Esos Acapulcos son los Acapulco que está luchando conviven con la violencia todo el día, pero también luchan desde su trinchera y están construyendo arte, cultura y resistencia desde sus barrios y construyen pequeños espacios demás”.

“Uno puede ir al barrio negro y encontrar espacios de paz, construcciones de paz, que construyen la ciudadanía y como ellos dicen, aquí no viene la Policía, pero vivimos en paz a pesar de que convivimos con el crimen y de alguna manera eso está documentado en todo nuestro trabajo”, asentó.

Recomendó a las autoridades presentes, “hay que aprovechar esta generación bisagra que tiene ganas de quedarse, que no está dispuesta a entregar la ciudad, que no quiere renunciar, ni que quiere llevarse el capital fuera de la ciudad, que eso es muy importante, ellos no representan una fuga de capital, sino que ellos generan capital y generan riqueza en menor escala, pero para la ciudad, prestan servicios para la ciudad y para sus ciudadanos”.

“Esa generación es la que está pensando alternativas, independientes del gobierno para poder resolver, digamos, el problema de violencia en sus entornos”, citó.

Evidenció que en esas entrevistas “hay un convencimiento de que el estado en todos sus niveles de gobierno no ha sido capaz de resolver estos problemas estructurales históricos; pues los puede resolver ahora, por lo tanto, ellos están siendo autogestivos, están buscando las estrategias para poder autofinanciarse, regularse, dar trabajos…y poder articular y generar sinergias que movilicen hacia la pacificación”.

“En ese sentido, creo que las autoridades debieran de ser astutas y muy llanas a oír, escuchar estos estudios porque estos estudios sirven como instrumento para que ustedes diseñen políticas públicas efectivas y eficientes que nos resuelva los problemas estructurales que tenemos”, recomendó.

Asistentes escuchan los planteamientos de la cartilla El Acapulco que soñamos a cargo de investigadoras e investigadores de la Universidad de Glasgow Reino Unido, el Colegio Sonora y de la fundación colombiana Ideas para la Paz. | Foto: @AbelinaLopezR

“No es una varita mágica que tenemos, pero efectivamente con datos duros, científicos y con datos de investigación de calidad generada desde las bases sociales, es posible crear instrumentos de políticas públicas para poder ser mejores gobernantes y poder atender realmente las necesidades de la ciudadanía que está ávida de recuperar su ciudad, está ávida de volver a caminar por la Costera y que está ávida pero de disfrutar de sus espacios comunitarios, de reconocer su identidad, de construir una identidad de un nuevo Acapulco y eso es lo importante, la retórica y la narrativa va orientada a construir un nuevo Acapulco, un Acapulco para todos y que es el título de la agenda, que no la inventamos nosotros, salió de las mesas de trabajo, es un Acapulco que quiere para sus ciudadanos, para sus hijos y para sus nietos”, dijo.

Remató, que “este estudio lo que trata es de impulsar esas voces de las comunidades donde trata de pensar en una ciudad incluyente, en una ciudad que no gira en torno al turista internacional ni al espíritu servicial, sino un Acapulco para todos sus acapulqueños”.

La colombiana también radicada en México, Nohora Niño, retomó que en la cartilla El Acapulco que soñamos se resume una propuesta que se piensa desde abajo, desde las bases con las organizaciones, agrupaciones que están iniciando, con personas en solitario que están intentando hacer acciones para construir acciones de paz en Acapulco, y que también es un ejercicio de paz cotidiana, “es decir, no estamos esperando dar grandes pasos, sino poco a poco la cotidianidad se está haciendo esfuerzos muy valiosos”.

También reveló que en algunas entrevistas algunos dijeron que desean que los niños vuelvan a jugar.

“Cuando la violencia arrasa la ciudad, lo primero que pasa es que los niños y las niñas terminan encerrados”, recordó.

“Para nosotros que no solo quede en este documento, sino que sea un punto de partida para muchas iniciativas de las organizaciones, de la academia, los gobiernos para tomar los sueños y las acciones que nos han planteado aquí, todos estos grupos como un punto de partida para la política que quieran desarrollar, para los proyectos que deseen desarrollar en el marco de pensarse la paz”, sostuvo.

Performance, como balde de agua fría

Como parte de la actividad minicultural, hubo ejecuciones de hip hop y break dance a cargo de Cristian Justo Hernández y Víctor Hernández Martínez con percusiones de Sabana Barrio o música grabada, también.

La compañía de Danza Contemporánea Acapulco mostró a los asistentes, entre quienes se encontraban la alcaldesa del puerto, Abelina López Rodríguez, la responsable del Jardín Botánico, Kay Mendieta, el asesor de la exalcaldesa Adela Román Ocampo, Ricardo Castillo Barrientos, así como la hermana de ésta, Adriana, entre otros, una pieza inspirada en la paz.

Pero fue el grupo de teatro «La Gruta» de Manuel Maciel, quien movió las fibras de quienes acudieron a la presentación del cuadernillo, pues un performance en el que Maciel pidió a los presentes escribir en pequeños papeles que se repartieron, respondiera en una o tres frases, qué es Acapulco y a partir de allí leyó cada comentario escrito mientras en una pared de tela se proyectaron imágenes de un niño jugando con sus padres, o de la misma ciudad.

Luego manos parecían querer brotar de la pared mientras una cabeza de un maniquí se asomaba por la parte de arriba de la pared de tela y sus manos y cuerpo comenzaban a interpretar de cierta manera todas las frases que fue leyendo Maciel y donde se escuchó palabras negativas como corrupción, inseguridad, niño con arma, secuestros, pensar si voy a regresar a casa, pero también las hubo positivas como cultura, plenitud, calor y amistad.

El performance para algunos fue violento, como un balde de agua fría echado a la cara, pues luego dos actores que se encargaron de maniobrar el títere, también expresaron ideas como que en mi colonia hay un arroyo de aguas negras que apesta, donde niños juegan, pero ya no desean un lugar así o que viven atemorizados por la violencia ocasionada por los delincuentes.

La noche concluyó con un cóctel con música de la violinista Piolina Diorditsa.

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