Apuntes sobre el patriarcado y las formas de violencia contra las mujeres

Por Fernando Hernández Ramos
Angela Davis, Bell Hooks, Patricia Hill Collins, Simone De Beauvoir, Susan Faludi, -teóricas del feminismo- probablemente coincidan en que ese concepto abstracto en lo teórico y pero cercano en lo concreto, es todo un complejo sistema que tiene su base material en la subordinación de las mujeres, a una falsa superioridad de los hombres: perpetúa las desigualdades de género, la discriminación y la violencia contra las mujeres, e impone a los hombres y mujeres roles de género rígidos y estereotipados; nos dice no sólo como comportarnos, sino como debemos vivir las emociones.
En Nuestra América y El Caribe se entrelaza con otras formas de opresión como el colonialismo y el racismo; y tiende a la exclusión de las mujeres de los espacios de decisión y poder, refieren -más o menos- María Lugones y nuestra gran Marcela Lagarde Y De los Ríos.
En México, la realidad supera los marcos teóricos y opone resistencia a distintas buenas iniciativas. La violencia que se alimentó de décadas de corrupción es sufrida por las mujeres de una forma más cruel; se ensaña con las tienen que enfrentarse a un sinfín de barreras edificadas por ese sistema patriarcal, del que se ya se ha hablado mucho, pero que poco ha pasado por un reflexión crítica.
El patriarcado se manifiesta en todas las esferas de la vida pública de los seres humanos, incluyendo la política, la economía, la religión, la cultura y se anida, crea y recrea en la familia.
Los espacios públicos como las calles, las plazas y el transporte, o incluso espacios vitales para el desarrollo humano como las escuelas son percibidos por las mujeres como lugares inseguros, en donde son objeto constante de distintas formas de violencia, como el hostigamiento por parte de docentes y directivos, acoso por parte de compañeros de trabajo y jefes, entre otras.
Justamente la visión patriarcal de la política tiene que ver con minimizar las distintas formas de violencia, de normalizarlas como si estas fueran parte de la dinámica cotidiana en la que se desarrollan las mujeres.
El ejercicio de la política desde una perspectiva patriarcal deriva en la impunidad, que no solo se refiere a delitos graves, como el homicidio, sino también a otros como el acoso sexual. De hecho, la impunidad en estos casos puede tener un impacto “catastrófico” en la vida de las mujeres y socavar su bienestar y seguridad. También crea una noción de desconfianza hacia las instituciones y el Estado en su conjunto.
En el ámbito educativo, la impunidad que rodea a los casos de hostigamiento y acoso sexual, fomenta la repetición de estos crímenes y otorga a los perpetradores una idea en el sentido de que existe de todo un aparato bien articulado y aceitado que les protege, les encubre y socava todo tipo de confianza en los sistemas de procuración de justicia; además de que lleva a que millones de mujeres en todo el mundo: abandonen sus procesos formativos, contribuyendo a la miseria económica, sobre todo en comunidades ya de por sí, empobrecidas, criminalizadas y sujetas de todo tipo de explotación.
La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) en el año 2021 refleja magnitudes graves respecto a la violencia que sufren las mujeres en las escuelas; 61.2 por ciento de las mujeres que cursaron han cursado el nivel medio superior y 66.8 por ciento de las que han pasado por las universidades han sido sujetas de violencia, sobre todo hostigamiento y acoso sexual. Y el 60.4 por ciento de las mujeres entre 15 y 24 años han sufrido violencia del tipo sexual: miradas lascivas, tocamientos, presiones para tener relaciones sexuales, y diferentes tipos de escarnios digitales, según el instrumento de medición.
No es posible hablar de un desarrollo democrático, mucho menos de una Nueva Escuela Mexicana, sin tomar en cuenta esta cara de la realidad que se vive en diferentes entidades del país.
Las entidades federativas, en el marco sus atribuciones podrían instalar una comisión especial que investigue de manera imparcial los casos de violencia hacia las mujeres en los entornos escolares y por su puesto establecer un sistema de sanciones para las autoridades que incurran en el encubrimiento de estas.
Se requiere de actores políticos comprometidos con el derecho de las mujeres a una vida libre de todas las formas de violencia y con sensibilidad para escuchar las demandas y ver las muros, que gritan por sí mismas… después de las movilizaciones del pasado 8 de marzo.