Antiguo cine de Chilpancingo será demolido después de 70 años

Por José Miguel Sánchez
Antes de que los cines formaran parte de grandes cadenas comerciales, el modelo de negocio era más local. En la década de 1950, dos cines, propiedad de empresarios locales, eran los únicos lugares de entretenimiento para la población de Chilpancingo.
El Cine Colonial y el Cine Guerrero eran los únicos cines que hubo en la capital en 1950.
El Cine Guerrero en la década de los 90 fue demolido y dio paso a lo que hoy conocemos como Plaza Guerrero.
Por su parte, el inmueble que albergó al Cine Colonial será demolido después de 70 años de historia.
Aunque el inmueble tenía muchos años de no funcionar como cine, siempre fue un referente para la población.
A principios de la decada de 1950 el empresario Nicolás Saad Naime construyó en la avenida Miguel Alemán el Cine Colonial, el cual era un edificio que además de cine contaba con espacios comerciales y departamentos, los primeros de Chilpancingo.
A la muerte de Saad Naime, el negocio del cine fue heredado a su hijo Nicolás Naime Nemer.
De acuerdo con el escritor Edgar Pavia Miller, el Cine Colonial siempre fue un referente para la población capitalina.
«Cuando yo lo conocí (el Cine Colonial) ya tenía algunos años de uso, incluso debido al histórico problema del agua sus baños siempre estaban sucios», recuerda Pavia Miller y continua el relato, «hasta la fecha, cuando algo huele mal mi esposa dice: huele a los baños del cine colonial».
El interior del Cine Colonial hacía referencia a su nombre, su arquitectura trataba de imitar una plazuela colonial, con balcones y algunos detalles arquitectónicos.
«A mi ya me tocó ver el interior algo deteriorado, incluso su cielo raso estaba destruido en gran parte y mucho de los balcones artificiales también. Pero aún con todo lo mencionado fue un gran centro de reunión para los habitantes de Chilpancingo. Aún con las ratas que de vez en cuando salían a pasear por el frente», cuenta Pavia Miller en su relato Cine Colonial.
Tanto Pavia Miller y Juan Sánchez Andraka, ambos escritores sobre la vida cotidiana de Chilpancingo, coinciden en sus escritos que el Cine Colonial realizó proyecciones de películas nacionales e internacionales de lunes a viernes.
Los domingos había una matiné para niños y por la tarde el estreno de la semana que permanencia en cartelera el domingo, lunes y martes.
«Acudían personas de todas las clases sociales en un orden increíble. En su interior se aplaudía, se reía se animaba a los actores como si estuviera ahí», menciona Pavia Miller.
Muchas personas, sobre todo jóvenes, no saben de la existencia del Cine Colonial.
La demolición del edificio, que comenzó desde el pasado 1 de enero, pasa inadvertida ante la mirada de los transeúntes.
El periódico cultural Así Somos cuenta que a la par del Cine Colonial funcionó el Cine Guerrero, los cuales fueron la manera de entretener a la población capitalina que no superaba los 60,000 habitantes.
«De un lado de la puerta principal estaban los cartelones de la función del día y del otro lado se ponían las que vendían los tacos de pellejos y enchiladas, semillas, garbanzos, etc», relata Pavia Miller.
En ocasiones, el Cine Colonial contaba con una fuente de sodas que no era constante y vendía cosas que al público no le gustaba, «salvo la coca que era vendida incluso durante la función por unos chamacos que se paseaban por los pasillos con las cubetas con refrescos».
Lo que la gente consumía en el Cine Colonial eran unas tortas de huevo y chorizo que vendían afuera.
«Se va a demoler todo», menciona uno trabajador en las afueras del Cine Colonial sin inmutarse.
Tapado con lonas negras, el inmueble luce algo deteriorado y solo se escucha los golpes con los que comienzan a destruir las paredes.