Opinión

Mercado nuevo, estilos viejos

  • Publishedoctubre 2, 2014

Zapata 21

I

   El gobernador Ángel Aguirre inauguró el nuevo mercado municipal de Coyuca de Benítez. Ubicado en las afueras de una ciudad que seguirá creciendo por ese rumbo, las nuevas instalaciones tienen un diseño bonito y funcional, albergan casi quinientos locales comerciales donde se reubicará a los locatarios del mercado Morelos y a los comerciantes semifijos que están alrededor de sus calles.

   El actual mercado Morelos fue construido en el periodo de Ángel Serrano Pérez, con inversión tripartita estado-municipio-comerciantes a través de un financiamiento de BANOBRAS. Esa construcción se colapsó por el sismo del 7 de octubre del 2001, que fue de 6.1 grados, según el Servicio Sismológico Nacional, y que presentó casi cuatrocientas réplicas en menos de doce horas. El deterioro fue tal que el Centro Nacional de Prevención de Desastres recomendó la demolición inmediata del inmueble, habilitando el entonces alcalde Julio César Diego unas galeras de madera y lámina galvanizada en el centro histórico, que nunca fueron ocupadas por los locatarios, tomándose la decisión de reforzar con placas de acero las columnas más dañadas del inmueble. En noviembre del año 2007 Coyuca fue declarada otra vez zona de desastre; otro sismo, éste de 5.7 grados, volvió a dañar el mercado y otra vez los expertos recomendaron su desalojo y demolición inmediata. Fue entonces cuando el alcalde Alberto de los Santos decidió comenzar a ahorrar para comprar un terreno para la construcción del nuevo mercado; dos fueron las fuentes principales de ese ahorro: las cuotas de recuperación y los pagos de derechos de los locatarios y la canalización a ese mismo rubro de los recursos excedentes de la Feria de la Palmera.

  

                                                        II

   La inauguración fue una buena oportunidad para escuchar a ciudadanos y políticos con discursos que valieron la pena y que resumen sus estilos, sus cualidades y sus timbres.   El presidente Ávila Morales quiso ser austero y ejecutivo en su mensaje; hizo una apropiada reflexión sobre las ventajas de una política de consensos y habló sin demagogia de la gestoría como una labor imprescindible del político. Definió al mercado como un concepto muy amplio: ‘no sólo se intercambian mercancías, sino que es el lugar donde se expresa nuestra diversidad cultural y donde se comunica la gente’. Luego expresó con mucha emoción la gratitud de los coyuquenses por esta magna obra de Ángel Aguirre. Ajeno su estilo a la pasión expresiva, en este lance Ávila Morales no pudo evitar la emoción; su rostro era el resumen de todos los rostros alegres, distendidos, esperanzadores de los coyuquenses que allí estábamos, esperando la entrega de una obra que puede convertirse en el detonador del desarrollo municipal.   Le expresó al gobernador uno de los sentimientos más esenciales del ser humano: la gratitud y le dijo también que cuenta con los coyuquenses para apoyar su gestión y sus aspiraciones. La palabra clave para el presidente Ávila era ‘continuidad’; él lo sabía, me parece que la omitió por pena, para que nadie dijera que pretendía sacar ganancias políticas de una obra ajena. ‘Agandallar’, se dice ahora con la obscenidad de un verbo mal inventado.  

   Después de las explicaciones técnicas ( 92 millones distribuidos en tres naves, cuatro bodegas, salas para oficinas, vialidades e instalación de tanques estacionarios, tubería de agua y gas y una impresionante masa de interruptores y bases para luz eléctrica) llegó el turno de Hilda Navarrete Gorjón: expresó la gratitud con mucha emoción, ella es locataria (y también está un poco locataria, así somos todos en esta familia, el que no es sabio está locatario; salió el verso sin esfuerzo). Hablaba desde la experiencia del núcleo poblacional que más ansiaba esta obra: los mercaderes del centro de la ciudad que desde el sismo del 2001 trabajan en el mercado y sus alrededores, corriendo riesgos que ponen en peligro su vida y la de todos aquellos que cotidianamente compran ahí sus mercancías o servicios. Cuando vio que se estaba emocionando mucho hizo una larga pausa, respetada por un público que supo ser paciente y atento, luego se alejó del discurso que llevaba e improvisó sobre las obras pendientes y el estatuto jurídico de las nuevas instalaciones; al final dijo que ya no había pretextos para retrasar el reordenamiento urbano de la cabecera municipal. Eso último es cierto, pero no le tocaba decirlo a ella, sino al gobernador; aquí se rompió el protocolo, lo que hizo que Ángel Aguirre volviera sobre el tema con detalles que daban una idea clara de que lo dominaba y sabía lo que Coyuca esperaba de él y de las autoridades municipales.

                                                     III

   Como debía ser, el de Ángel Aguirre fue el discurso más amplio. El gobernador expresó con mucha alegría su beneplácito por la obra que entregaba y aprovechó la ocasión para explayarse en varios temas y para establecer una comunicación cálida y fluida con la masa alegre de coyuquenses que ahí estábamos. El gobernador demostró que los conoce a todos, o casi a todos; saludó al ex presidente Chuchín (Herrera) Vélez, a Cheque (sin fondos) Zúñiga, al líder (véngase mi líder) y hasta al señor Bora, al que le cambió de nombre desde marzo y lo bautizó como Kalimán. Dijo también que estaba el ex presidente Víctor Salinas Salas y se escuchó un murmullo; enseguida corrigió y metió una frase con mucha jiribilla: ‘éste no ha sido, quiere ser; ahí se ponen de acuerdo’. Habló de las bondades del nuevo mercado, recomendó que lo mantengan siempre limpio: ‘si vengo y una mesa está sucia la recojo’. Lo interrumpió un grupo de partidores de coco: ‘vénganse, pasen, para allá’ (donde estaba su secretario de finanzas Jorge Salgado Leyva), luego un grupo de choferes ‘para allá, que los atiendan, pásenle, con confianza’. Por cierto, presentó con mucha deferencia a ‘mi amigo el senador Sofío Ramírez’ y pidió un aplauso para su secretario de finanzas, ‘al que no le dolió el codo y sacó los recursos para esta obra’; le aplaudieron fuerte a Jorge Salgado, más que a su hijo del mismo nombre, diputado federal por este distrito, que también estaba en el acto. Por cierto, nadie dice que al secretario Jorge Salgado le duela el codo; la gente dice que le pesa mucho la nalga; se sienta arriba de la chequera y no hay quien lo mueva.  

   Arriba pusimos que los conoce casi a todos; una señora le grita que quiere plaza para sus hijas que son maestras y no tienen una.   El gobernador inmediatamente la interpela, le explica y amaga: “al que venda una plaza lo meto preso”. Todas las miradas se fueron sobre Víctor Salinas, el más famoso vendedor de plazas magisteriales en el municipio.   Pero Aguirre no se refería a los que vendieron plazas, eran otros tiempos; el amago es para el que intente venderlas ahora, por eso ignoró el tamaño de la cola de rata coquera que tenía a cinco metros. ‘Aquí está mi secretaria de educación Silvia Romero, me dice que no abrirán una sola plaza’; ‘mis hijas vienen de escuelas privadas’, ‘tampoco, no podemos jugar con las aspiraciones legítimas de los jóvenes; a partir de ahora todos serán evaluados y las pocas plazas que se abran serán para los mejores ¿Pues cuántas hijas tienes?’, ‘siete’ ‘¿Y todavía tienes marido?. El gobernador guardó silencio esperando la carcajada, pero nadie entendió el chiste. ‘A las madres solteras sí las estoy apoyando y las seguiré apoyando’.

   Al final retomó el tema del mercado y dijo que debería ser sólo para los locatarios, que Coyuca ya necesitaba ampliar su vía principal y que de eso había platicado con el presidente Ávila, que en el lugar que ocupa el mercado colapsado deberá estar un pequeño parque y que él seguiría construyendo mercados funcionales y hospitales. Finalmente, hizo un reconocimiento ‘a mi amiga, Hilda Navarrete Gorjón’

   Así es Aguirre, ese es su estilo; ‘parece que siempre anda en la pachanga’ dijo Jiménez Rumbo un día después, pero luego se rajó y dijo que había dicho otra cosa y que lo malinterpretaron. Podemos estar en desacuerdo con ese estilo, pero no cabe duda que a él le queda bien y por eso trae todavía mucho pueblo. En sus intervenciones logra inmediatamente una adecuada interlocución con la gente y ésta responde y le pide a gritos y directamente lo que a muchos políticos ni siquiera se atreven a insinuarles. Con Ángel (así le llama la gente) se sienten en confianza y él los cachondea y se deja querer. No está bien que en un acto solemne donde se rinde tributo a la gente que madruga a trabajar se mime a una persona viciosa que es ejemplo de haraganería y de perversión de menores. Por supuesto que en el aspecto social son preferibles políticas de largo aliento y bien programadas; pero los partidores de coco que esa tarde llevaron comida suficiente a sus casas y tal vez les alcanzó para unas chelas, saben que Ángel es a toda madre.

   CORREO CHUAN

   El correo chuan trae noticias recientes y atrasadas. Habla de la alegría unánime de la gente que al fin tendrá un mercado elegante y funcional en Coyuca de Benítez; dice también el chuan que qué bueno que Ángel Aguirre siga en la pachanga; los problemas continúan, es cierto, pero es mejor atenderlos con alegría y buena vibra y no con muinas y mala fe. El de Ángel es un estilo que le viene bien a la gente de Guerrero, que siente a su gobernador como algo cercano, un hombre como somos los guerrerenses: alegre, dicharachero y desmadroso. Dice el chuan que el beneplácito es doble en el gremio periodístico; en el mismo acto de inauguración, el compañero Gaspar Hernández recibió las llaves de su casa; una casita modesta pero propia, que se construye con recursos del Fondo de Apoyo a Periodistas. La alegría de Gaspar y de los otros cinco compañeros que en la costa grande tendrán casa con recursos de este fondo es la alegría de todos los que en Coyuca nos dedicamos al oficio periodístico. Bien merecido, felicidades amigazo Gaspar. Zapata 21 es una dirección de bellos recuerdos.

E-mail: correochuan@hotmail.com

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