Estúpidos perredistas


Jeremías Marquines
Los perredistas de Guerrero deben ser o muy estúpidos o muy corruptos como para aceptar los resultados de la elección interna efectuada el pasado domingo siete. La prueba de que el gobernador Ángel Aguirre metió todo el cuerpo en esta elección son los propios resultados. Las cifras son extraordinarias, absurdas e incoherentes. Ni en este planeta ni en ningún otro, un grupo político constituido en menos de un año, por priístas recién llegados a “la izquierda”, puede ganar una elección interna en el PRD, menos arrasar, como lo hizo la Izquierda Progresista de Guerrero (IPG), pasando por encima de corrientes y grupos que tienen más de veinte años de hacer vida política en ese partido. Hay que ser muy estúpido para darle certidumbre a esas cifras.
En su propia cara y con sus propios trucos, un priísta de toda la vida, el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero les arrebató a los perredistas más de la mitad de su partido. Un patrimonio político que por veinticinco años se ha construido con vidas y sacrificios de miles de guerrerenses que pensaron que desde el PRD podrían cambiar la línea de gobiernos despóticos y corruptos que los han gobernado hasta la fecha. Ahora, tras una elección interna, evidentemente corrompida por la intervención directa del gobernador, el descarado uso de dinero e infraestructura pública, los perredistas, domesticados por la corrupción y sus propias ambiciones, no se ven convencidos de querer sanear esa asquerosa elección, por lo contrario, analizan a ver qué ganancia le pueden sacar.
En cualquier otra parte donde existan personas con la mínima inteligencia, con la mínima capacidad moral para indignarse ante el engaño, la trampa, esos resultados absolutamente extraordinarios y dudosos, serían desconocidos. Es obvio que ningún grupo de los que existen en el PRD, podría sacar por sí mismos las cifras que ahora ostenta la IPG. A no ser, claro está, que ese grupo tenga a su disposición dinero, infraestructura y programas públicos. Tal como ocurrió en la pasada elección donde desde el DIF, con personal que trabaja para la esposa del gobernador, se operó para orientar el voto a favor de IPG. Una de las oficinas operativas estuvo instalada justamente en la Casa de la Cultura, que dirige Federico López de los Reyes, ubicada en la avenida Costera, allí citaron un día antes a las personas de Acapulco beneficiarias de los programas sociales. Eso nadie me lo contó, yo lo vi.
A Ángel Aguirre se le pasó la mano, incluso le ganó a la corriente de los chuchosque ha sido su aliada y alcahueta. El PRD debe limpiar su elección interna porque de no hacerlo no tendría ninguna calidad moral para exigir limpieza en los procesos electorales por venir. Pero sobre todo, no podría convencer a sus propios militantes y simpatizantes de que ese partido es mejor opción que Movimiento Ciudadano o Morena, partidos regenteados por caciques eternos que designan candidatos por dedazo.
La ambición de Ángel Aguirre no puede estar, ni deben dejarlo estar, por encima de los verdaderos perredistas que han construido con esfuerzo ese patrimonio político y social. De ignorar y soslayar este reprobable hecho bajo el supuesto de que: “platicando nos arreglamos y demos vuelta a la página”, sería poner una curita a una herida que más temprano que tarde generará un daño más profundo.
Permitir que Aguirre y sus huestes de vivales se encaramen en la estructura del PRD, será algo que lamentarán en un futuro no muy lejano. En esta elección ya constataron que la ambición y el cinismo de Aguirre no tiene llenadera. El tiempo de parar esta nefasta infiltración es ahora porque si lo dejan pasar ya no tendrán partido. Las pruebas de que la elección fue aberrantemente corrompida y que el gobernador metió todo el cuerpo son sus propios resultados. Las cifras son absurdas. Sólo por arte de magia o por una descarada y cínica corrupción se pueden obtener esos resultados, no creo que todos en el PRD sean estúpidos o corruptos, en alguna parte de ese partido debe existir algo de coherencia, algo de indignación, algo de moralidad política. Lo que está en juego es el patrimonio político y social de los perredistas. Ángel Aguirre sólo quiere al PRD para apropiarse de las candidaturas, no le importa para nada que ese partido se creó como una herramienta para el cambio social. Para acortar la brecha entre los más ricos y los más pobres, ¿pero a alguien en ese partido le importa esto? En fin, en los próximos días nos daremos cuenta qué tan estúpidos o corruptos son los perredistas.