Opinión

EL INVITADO INCÓMODO

  • Publishedmayo 24, 2012

Las campañas presidenciales han tomado un giro inesperado. A partir de los acontecimientos en la Universidad Iberoamerciana, miles de jóvenes están irrumpiendo en la escena política nacional. Desde las universidades públicas, privadas y desde la desesperanza del notrabajo, los jóvenes mexicanos están clamando por un país diferente.

Ocurre lo de siempre que hay una irrupción de las masas; se movilizan sin un programa determinado previamente, sólo con la convicción de ya no poder seguir viviendo de la forma y bajo los métodos en que lo hacían hasta ahora. El cuestionamiento de ahora es hacia nosotros, hacia los comunicadores que no hemos podido estar a la altura de las circunstancias de este tiempo mexicano. Más concreto: hacia las cadenas televisivas que insisten en vendernos un modelo de sociedad y de comunicación que más bien parece manipulación.

El rumbo que están tomando los acontecimientos nos lleva a pensar que la elección puede tener uno u otro resultado formal, pero que el país debe cambiar con una urgencia inusitada, motivada por la formidable irrupción juvenil de estos días, del hartazgo que la sociedad tiene de todos los partidos políticos y de la idea-fuerza de que ya nada puede seguir igual.

Es una irrupción, un estallamiento que lleva muchos años incubándose en la sociedad mexicana y que hoy, bajo el pretexto de las elecciones, ha encontrado el momento propicio para manifestarse. El tiempo dirá si sólo queda en una estridencia o si se consolida la visión crítica de la juventud de hoy como un dato estructural del México del futuro.

Las frases que siguen no son propias. Son de mi maestro Adolfo Gilly; ellas vienen como anillo al dedo a la coyuntura mexicana actual, con ellas quiero terminar este artículo.

“Cada vez que el país deja de creer en las palabras y las promesas y decide tomar por su cuenta el futuro, vuelve la mirada a sus orígenes y repite, multiplicado, el desmesurado gesto fundador, no construir el porvenir con obediencia y paciencia, virtudes mexicanas de los tiempos de paz, sino irrumpir en él, con tumulto y violencia, excesos mexicanos de los días de luz”

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